Trovas montañesas

‘Trovas montañesas’

La trova es un elemento de la tradición oral de Cantabria, una manifestación poética, generalmente cantada, sobre las preocupaciones del momento, con gran arraigo en los municipios de Polaciones, Tudanca, Cabuérniga, Los Tojos y Rionansa. Generalmente la composición de la trova no plasmaba sobre un escrito, ya que se componía de cabeza y se reproducía oralmente con versos rimados de manera asonante. La estructura suele ser cuatro versos octosílabos

Originariamente está vinculada a la cultura agraria, ganadera y rural. Es una pieza compuesta de manera colectiva, propiedad de un praos conceju  (comunidades de gestión agrícola y ganadera) sobre temas colectivos, problemas comunes e inquietudes sociales con un fuerte componente irónico.

La trova se versifica en cuartetas octosílabas con asonancia alterna ABCB y/o versos octosílabos encadenados. Se puede recitar con tono y sonsonete característico, o se puede cantar al estilo de la tonada montañesa. En los valles altos, preferentemente se canta al aire de toná  específicamente en Tudanca y Polaciones, mientras es propio de los pueblos y valles bajos los recitados o, a veces, también, los cantos romancísticos. Se clasifican en Églogas, Tropiezos de Vaqueros, Pasás y Ferias, Testamentos de Animales, Aguinaldos atípicos, la Mocedad, el Trabajo de la Madera, la Caza, Acontecimientos en la Vida del Pueblo, Homenajes y Crímenes.

Hoy en día, sin embargo, las nuevas composiciones únicamente están formadas por troveros individuales. Los troveros normalmente se visten con boina negra, camisa blanca, chaleco, pantalón de mahón, faja negra o roja, pañuelo anudado al cuello, albarcas y cachiporru de pastor o palo pintu. Una de las trovas más conocidas es la Revolución de 1934, que narra un episodio anterior a la Guerra Civil Española, que relata un movimiento de insurrección obrero.

En el año 2018 la trova montañesa fue declarada Trova Montañesa como Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial por el Gobierno de Cantabria.